10.11.09


«MAXIMALISTA MEGALÓMANO»
Entrevista con Dante Ferretti

«En los años sesenta, trabajé como asistente del director artístico en varias películas de Pasolini. Mientras Pasolini prefería rodar en exteriores, Fellini no quería más que rodar en Cinecittà porque eso le permitía construir un decorado a su medida. Se necesitaba, para trabajar con Fellini, tener la capacidad de interpretar eso que imaginaba. Nosotros hablábamos mucho previamente, mientras que escribía. Me decía lo que quería y yo intentaba comprenderlo. Debíamos comenzar a trabajar muchos meses antes del rodaje vista la amplitud de los decorados. Él me hacía muchas preguntas sobre mi juventud provinciana al estilo Vitelloni, a mí, que nací no muy lejos de Rimini. Yo le contaba muchas historias, a él le gustaba eso y lo utilizaba, por ejemplo, para La ciudad de las mujeres, cuando Mastroianni recuerda a sus antiguas novias. Y sobre todo, cada mañana, me preguntaba lo que había soñado la noche anterior. Ahora bien, yo no soñaba, o si lo hacía no me acordaba. Yo le daba siempre la misma respuesta: nada. Hasta un día en que me dije que sería mejor contarle cualquier cosa, entonces comencé a inventar los sueños. Se los contaba en detalle y él era feliz. Incluso si se había dado cuenta desde el principio de que le estaba mintiendo.

Reveía Satyricon hace algunos días en televisión... En cuanto al diseño, Satyricon y Ocho y medio son seguramente los mejores filmes de Fellini, aun gustándome mucho los que yo he hecho con él sobre todo La ciudad de las mujeres e Y la nave va. Son los dos filmes de los que estoy más orgulloso. Sobre todo Y la nave va: cuando por primera vez se desciende del barco, todo está en hierro, oscurecido, los montones de carbón... Me gusta mucho ese decorado. Y la nave va es muy teatral, es ópera, y Fellini quería rodar los bastidores. Es por lo que, al final de la película, se descubre el decorado, las máquinas, los técnicos, todo eso que no se ve nunca.

He hecho siempre grandes diseños representando todo el plató. Me gusta trabajar a gran escala y, de manera general, prefiero eso que es grande a eso que es pequeño. Fellini también diseñaba para explicar lo que tenía en la cabeza. En el plató, pasábamos mucho tiempo caminando y observando los trabajos, para cambiar cosas, para tener nuevas ideas. Nada se terminaba nunca. A él le gustaban los andamiajes. En La voce della luna hay todavía. Es más o menos realista, según el punto de vista.

Después de haber hecho los decorados de Las aventuras del barón Munchausen de Terry Gilliam, me propusieron trabajar en Hollywood. Comencé mi colaboración con Scorsese en La edad de la inocencia y, después, hice los decorados de todas sus películas. Nos habíamos encontrado en el rodaje de La ciudad de las mujeres, donde el había venido para ver trabajar a Fellini. Scorsese admira mucho a Fellini, por lo que no es algo azaroso que me haya propuesto hacer los decorados de sus filmes. El del Aviador, con un hangar gigantesco, con esos andamiajes, se parece un poco a un decorado felliniano, es verdad. Además, Scorsese ama todo el cine italiano. Un día me dijo que con hacer el 10% de lo que Visconti había hecho en El Gatopardo, él sería feliz.

Tim Burton es, quizás, uno de los cineastas que se aproximan más a Fellini. Al igual que él, es muy creativo, da mucha importancia a la imaginación. De Palma es diferente. En lo concerniente a los decorados, al menos en la única película que he hecho con él, La dalia negra, él es mucho más realista, más ajustado a la verdad de los detalles. Tiene la necesidad de que se crea lo que se ve. Con Fellini, Burton o Gilliam, tengo total libertad para dejarme llevar por la fantasía.

Si mi estilo –si es que tengo uno- lleva hacia el gigantismo, es verdaderamente por culpa de Fellini. Tengo también muchas referencias pictóricas, que profundicé con Pasolini. Para El decamerón habíamos estudiado mucho a Giotto, para Los cuentos de Canterbury fueron las miniaturas inglesas, para Las mil y una noches, las miniaturas árabes, etc. Para el próximo Scorsese [Silence, que se estrenará en 2011, se desarrolla en el siglo XVII; sigue a unos jesuitas en misión en Japón, ndlr], voy a inspirarme en pinturas japonesas. Personalmente, lo que prefiero es el cubismo. Braque, y la pintura de los años treinta y cuarenta. No tiene gran cosa que ver con mi trabajo, incluso si hay sin duda una influencia inconsciente. En mi trabajo, en no importa que película, siempre tengo a Fellini en una parte de mi cabeza. Él me ha enseñado mucho. No solamente porque he colaborado con él, sino también antes, en mi juventud, porque veía todas sus películas desde mi pueblo. Es a causa de él que me he vuelto un maximalista megalómano [risas].

Declaraciones recogidas por Jean-Philippe Tessé el 19 de septiembre de 2009. Cahiers du cinéma, nº 649, octubre 2009.

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