9.10.09

LOOKING FOR ERIC. Es un poco triste la situación de Ken Loach hoy día, abandonado en el mismo saco del realismo social que otros cineastas de brocha gorda. Nadie parece recordar ya aquel naturalismo de los inicios, el de Poor Cow o Kes, como si las películas “del proletariado”, esas que comenzaron a mostrarnos a un Loach que dependía excesivamente de los guiones de hierro (el problema comienza en los ochenta pero se agrava con la llegada de Paul Laverty como colaborador habitual), desmereciesen los méritos cosechados anteriormente. En cierta manera, Looking for Eric continúa esa senda, pero la extiende en un tono casi auto-paródico. Eric Bishop (Steve Evets), cartero cuya vida es un desastre, fan del Manchester United y del Rey Cantona, está solo y debe mantener a dos hijos despreocupados, metidos en mil y un trapicheos. Por si fuera poco, lleva años sin vida amorosa, y sigue atormentado por los errores de juventud, cuando abandonó embarazada a Lily (Stephanie Bishop). Esta capa realista convive en la película con lo estrafalario. Una noche a Eric, mientras se fuma un porro, se le aparece Eric Cantona, tal cual, como si de un genio de la lámpara de hachís se tratara. Éste le irá guiando para cambiar de vida, para conseguir pegarle algo de su carácter. El encuentro entre el cartero y la estrella del balompié alumbrará algunas bellas escenas, como esa en la que Eric exaltado le recuerda a Cantona algunos de sus goles más memorables: el gol contra el Sunderland, un ballet que termina con una milagrosa vaselina y con el astro francés celebrándola estático; la bolea que supuso el triunfo en la FA Cup frente al Liverpool; la soberbia asistencia para Irwin frente al Tottenham, un regalo. La presencia de Cantona nace como un apoyo para el hombre solitario, un elogio de la amistad masculina. Y es que si hay un deporte que pueda exaltar esa camaradería, ese es el fútbol. Los avances en el mundo de Eric comienzan a ser visibles pero, repentinamente, con la presencia de una pistola, estalla la ficción, y su vida comienza a tambalearse. Otra capa más para Looking for Eric, que sobrepasa todas las expectativas y se extiende como una obra summa de los filmes anteriores de Loach, donde además hay cabida para un tono cómico que inunda toda la atmósfera del relato. Al final, como si de una remontada en un segundo tiempo se tratase, Eric y sus compadres fans de los diablos rojos organizan la “Operación Cantona”, escena impactante al provenir de Loach (aunque no tanto si pensamos en ella como una pequeña revolución obrera), inspirada probablemente en algún desvarío de Takeshi Kitano, que terminará con los problemas a los que el cartero triste debía enfrentarse. Lo importante de la película está más allá de la forma o de las estructuras del guión, es casi una lección de vida: los malos tragos en compañía se pasan mucho mejor.

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