30.9.08

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INTO THE WILD. Sean Penn no sabe filmar. Salta a la vista desde las primeras imágenes de Into The Wild. Ni siquiera con la ayuda de un gran operador como Eric Gautier. Un gran territorio salvaje desaprovechado. Pero el potencial de la película no está en la estética, sino en otra parte, porque Into The Wild es un elogio de la juventud, y una aventurera; la aventura de la juventud y la juventud a la aventura; un bello juego de palabras. Se nos muestra el viaje de Chris McCandless, adaptado de la novela de Jon Krakauer, que huye de su acomodada situación al amparo de su familia para marchar de viaje hacia nadie sabe dónde, bajo la determinación que le da el ser joven. Es un bello movimiento el que dibuja la película de Penn, era un gran libro que adaptar. En los avances de McCandless conocemos las gentes que habitan ese gran territorio americano, descubrimos el enamoramiento de una adolescente, el apasionamiento por la vida de una pareja que supera la cuarentena o el conocimiento del terreno por parte de un sabio anciano, conocemos a unos extranjeros y a un granjero. Y un nombre que procede de las ansias de juventud, Alex Supertramp. Nos debemos preguntar ahora como sería esta película si la hubiesen filmado algunos verdaderos aventureros, ¿cómo sería filmada por David Gordon Green? ¿cómo por Gus Van Sant? ¿Y por los que conocen bien el territorio americano? ¿cómo sería si la hubiese realizado el Paul Newman de Casta invencible o el Terrence Malick de Malas tierras? En cualquier caso, y pese a las escasas aptitudes del Sean Penn – cineasta, Into The Wild es una película joven, aventurera y hermosa.

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