10.12.07


LA QUESTION HUMAINE. La anterior película de Nicolas Klotz, La blessure, se adentraba en el drama del emigrante y el consiguiente rechazo que encontraba al llegar a la tierra prometida. La question humaine, presentada ayer en la Sección Oficial, acaba evidenciando que la verdadera contaminación del mundo actual no se encuentra en el intruso sino en el seno de las grandes empresas. Mathieu Amalric (enorme, como siempre) da vida al psicólogo de una petroquímica, filial de una multinacional alemana. Su misión es evaluar a uno de los directivos, a partir de éste descubrirá un pasado oscuro en el que algunos de los procedimientos llevados a cabo en la empresa para la selección de personal tienen sus orígenes en la Alemania nazi. Campo, contracampo. Presente y pasado. Éste último descubierto a partir del relato oral de un Lou Castel atormentado por los fantasmas del pretérito. En La question humaine, la música actúa en función de los estamentos de la empresa: New Order en las bajas capas, Miguel Poveda en las intermedias y Schubert en las altas esferas. Es precisamente a través del cante flamenco de Poveda centrado en las miserias y desgracias del mundo terrenal, el único punto de contacto que los fríos empresarios mantienen con la realidad. El filme concluye con una pantalla en negro (un recurso inédito desde Branca de neve de Joao Cesar Monteiro) a lo largo de cinco minutos en los que la palabra adquiere una importancia capital. Estética moral, estética política.
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(*) La Voz de Asturias, domingo 25 de noviembre de 2007

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