
THE DARJEELING LIMITED. En las películas de Wes Anderson, siempre la familia. Hermanos en Bottle Rocket, padres e hijos en Los Tenenbaums y Life Aquatic y otra vez hermanos en The Darjeeling Limited; Luke y Owen Wilson, Bill Murray, Jason Schwartzman, Angelica Huston. Personajes a la búsqueda de un paraíso perdido, una idea muy de Proust, que ya se encontraba en el interior de las anteriores entregas andersonianas. The Darjeeling Limited comienza como un viaje y acaba derivando en un enfrentamiento con la muerte que deja entrever el episodio más realista que Anderson haya filmado jamás, de inspiración antropológica, en el que el cineasta americano destila por primera vez un humanismo casi rosselliniano. Se trata también de un filme continuista, en tanto que prosigue con los hallazgos estéticos ya presentes en los anteriores filmes del cineasta, musicales: la presencia de las canciones de los Kinks (que están de moda; recientemente en Tout est pardonné de Mia Hansen-Love, y en la gran película de lo que llevamos de siglo: Les Amants réguliers de Philippe Garrel). En Darjeeling suenan "This Time Tomorrow", "Strangers" y "Powerman", el "Where Do You Go (To My Lovely)" de Peter Sarstedt (que ya aparecía en el cortometraje que sirve de prólogo a la película, Hotel Chevalier), además de músicas pertenecientes a los filmes de Satyajit Ray y también del tándem Ivory-Merchant. La aparición de los temas provoca momentos de auténtica edificación emocional y se han convertido ya en un recurso habitual en el director de Life Aquatic. Pero hay una idea que destaca sobre todas los demás en Darjeeling, y es el concepto que Wes Anderson tiene de la puesta en escena, en esta última película llevada al extremo. Composiciones frontales de fuerte inspiración teatral, con una innumerable cantidad de excesos de un barroquismo inédito en el cine americano. Esta idea de la puesta en escena acerca el cine de Anderson al de Jean Renoir: entradas y salidas de los personajes en cuadro, utilización de la profundidad de campo. De hecho, no es ninguna casualidad que sobre Darjeeling resuene el eco lejano de uno de los grandes monumentos del cineasta francés, El río.
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(*) La Voz de Asturias, viernes 23 de noviembre de 2007
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