
Bajo la sombra del terrorismo
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A partir del 11 de septiembre de 2001 todo cambió en la industria estadounidense. El terrorismo pasó a ser el centro sobre el que giraban de una manera u otra las grandes producciones. Las películas americanas pasaron a introducir un eco político en su interior: a modo de idea interna sobre la que gravita el propio film, por ejemplo, la muy conservadora 300; o bajo una influencia explícita y directa, las imágenes de la destrucción de un gran edificio en Spider-Man 3. Se introdujo también una confluencia temática como la de la infiltración mediante filmes como Infiltrados de Martín Scorsese, Corrupción en Miami de Michael Mann o Black Book de Paul Verhoeven. También se ha impuesto a lo largo de esta entrada de nuevo siglo el concepto de nuevo terrorismo desde V de Vendetta de James McTeigue al Plan Oculto (Inside Man) de Spike Lee, así como diferentes discursos políticos que son consecuencia directa de los atentados terroristas del 11 de septiembre, desde La intérprete de Sydney Pollack a Munich de Steven Spielberg, sin olvidar la temática sobre el encerramiento y el pánico al desconocido que contenía El bosque (The Village), la película de M. Night Shyamalan. Entre los filmes que afrontan directamente el ataque a las torres gemelas destacan dos: United 93 de Paul Greengrass, y World Trade Center de Oliver Stone, a las que se podría añadir Day Night Day Night, la película de Julia Loktev que muestra la cotidianeidad de una kamikaze los momentos antes de perpetrar un atentado terrorista.
Las películas de Paul Greengrass y Oliver Stone se estrenaron de manera casi simultánea, lo cual suscitó un posicionamiento crítico a favor de la una o la otra. La película del primero, United 93, no es otra cosa que una reconstrucción de los hechos, se olvida completamente de crear una ficción aparte y todo se fundamenta en la hipótesis, lo cual acaba derivando en un modelo cerrado que acaba siendo víctima de sus intenciones de mostrar lo que verdaderamente sucedió. Lo único destacable del film de Greengrass es el clímax final pero este efecto acaba evidenciando el maniqueísmo presente en la película. En World Trade Center, Oliver Stone peca de un empalagoso patriotismo, pero su propuesta termina resultando mucho más estimulante que la de Greengrass. En WTC hay imágenes muy bellas, las del inicio, los bomberos yendo a trabajar por la mañana mientras recorren Nueva York, y sobre todo hay imágenes en negro, más bellas aún, bajo los escombros, imágenes que remiten al mito de la caverna, que estaban ahí, en los atentados, pero que no se podían deducir o eran tan evidentes como las del filme de Greengrass. Hay que privilegiar el gesto artístico de Stone a pesar de su contradictorio (por su trayectoria) americanismo. De otro lado está Day Night Day Night de Julia Loktev, una película independiente financiada por los hermanos Weinstein. A pesar de este último apunte, el filme de Loktev no tiene nada de tramposo o de especulación comercial. Se podría decir de él que es hijo directo de las películas de los Dardenne, y que es pariente (más bien hermano) de películas como La línea recta de José María de Orbe en las que se expone de manera paciente un seguimiento de una joven. Si en la película catalana la protagonista era una muchacha que trabajaba en el feo oficio del buzoneo, sin esperanzas de ningún tipo, ni motivaciones; en Day Night Day Night, todo transcurre alrededor de una gran actriz, Luisa Williams, en el papel de una joven con destino hacia la muerte. Es conmovedor comprobar como cada uno de los pequeños acontecimientos que tienen lugar en su cotidianeidad diaria serán el último. A destacar la bellísima (y muy godardiana) preparación de la joven a cargo sus inquietantes y encapuchados mandatarios. Porque todo ese sufrimiento se calmará con el dolor de un simple pinchazo de una aguja... Day Night Day Night es el más bello ejemplo de la importancia de la estética en el cine, sobre todo porque ésta proviene de unos cimientos, de una Historia, que de ninguna manera tiene su fundamento en el aire (y menos en un avión...).
Las películas de Paul Greengrass y Oliver Stone se estrenaron de manera casi simultánea, lo cual suscitó un posicionamiento crítico a favor de la una o la otra. La película del primero, United 93, no es otra cosa que una reconstrucción de los hechos, se olvida completamente de crear una ficción aparte y todo se fundamenta en la hipótesis, lo cual acaba derivando en un modelo cerrado que acaba siendo víctima de sus intenciones de mostrar lo que verdaderamente sucedió. Lo único destacable del film de Greengrass es el clímax final pero este efecto acaba evidenciando el maniqueísmo presente en la película. En World Trade Center, Oliver Stone peca de un empalagoso patriotismo, pero su propuesta termina resultando mucho más estimulante que la de Greengrass. En WTC hay imágenes muy bellas, las del inicio, los bomberos yendo a trabajar por la mañana mientras recorren Nueva York, y sobre todo hay imágenes en negro, más bellas aún, bajo los escombros, imágenes que remiten al mito de la caverna, que estaban ahí, en los atentados, pero que no se podían deducir o eran tan evidentes como las del filme de Greengrass. Hay que privilegiar el gesto artístico de Stone a pesar de su contradictorio (por su trayectoria) americanismo. De otro lado está Day Night Day Night de Julia Loktev, una película independiente financiada por los hermanos Weinstein. A pesar de este último apunte, el filme de Loktev no tiene nada de tramposo o de especulación comercial. Se podría decir de él que es hijo directo de las películas de los Dardenne, y que es pariente (más bien hermano) de películas como La línea recta de José María de Orbe en las que se expone de manera paciente un seguimiento de una joven. Si en la película catalana la protagonista era una muchacha que trabajaba en el feo oficio del buzoneo, sin esperanzas de ningún tipo, ni motivaciones; en Day Night Day Night, todo transcurre alrededor de una gran actriz, Luisa Williams, en el papel de una joven con destino hacia la muerte. Es conmovedor comprobar como cada uno de los pequeños acontecimientos que tienen lugar en su cotidianeidad diaria serán el último. A destacar la bellísima (y muy godardiana) preparación de la joven a cargo sus inquietantes y encapuchados mandatarios. Porque todo ese sufrimiento se calmará con el dolor de un simple pinchazo de una aguja... Day Night Day Night es el más bello ejemplo de la importancia de la estética en el cine, sobre todo porque ésta proviene de unos cimientos, de una Historia, que de ninguna manera tiene su fundamento en el aire (y menos en un avión...).
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