
LE VENT DE LA NUIT. Una película en color, en cinemascope y protagonizada por una gran estrella. Son estos los principios básicos que hermanan dos películas separadas por treinta y seis años: Le mépris, de Jean-Luc Godard; y Le vent de la nuit, de Philippe Garrel. De esas más de tres décadas hay un acontecimiento clave que centraliza el tiempo transcurrido entre los dos filmes, el Mayo del 68. Mientras en Le mépris todo parecía ir hacia delante, buscar la eternidad, elevar la palabra haciéndola circular en el aire buscando una estabilidad entre lo terrenal y lo celestial... Búsquedas. En Le vent de la nuit todo viene de atrás, no hay intención de buscar, ya se ha aprendido de la derrota. La película transcurre en off en el pasado de los cuerpos de sus protagonistas. El Mayo del 68 ha dejado heridas en los rostros de los personajes que son inevitablemente muy cercanos o si no réplicas del propio Garrel. Si la película de Godard se desarrollaba en la isla de Capri y su circular de tensiones y emociones tenía lugar entre tres personajes y un coche, en Le vent de la nuit todas éstas características se repiten cambiando el contexto geográfico de Capri por otro más general: Positano, Nápoles, y después París. La primera de estas poblaciones es una pequeña villa costera en la que Philippe Garrel vivió un año junto a otros compañeros y amigos el año siguiente a la revolución. Positano era, además, el lugar donde transcurría J’entends plus la guitare, película que se podría considerar como una de las más autobiográficas de Garrel. Le vent de la nuit es también una película que juega constantemente con elementos míticos: además de los motivos godardianos antes comentados (que ya provenían en su mayor parte de Rossellini), Le vent de la nuit es una road movie, un relato de aprendizaje, pero también una confesión. La película está escrita, como es habitual en Garrel desde hace ya unos años, por Arlette Langmann, Marc Cholodenko y él mismo, aunque hay una excepción, la participación del protagonista del film, Xavier Beauvois, en la escritura. Beauvois realiza el trabajo de director, actor y guionista en la mayoría de sus películas. Su cine alcanzó una cumbre con su segundo largometraje, N’oublie pas que tu vas mourir, que contenía una escapada llena de romanticismo a Italia. Su participación en Le vent de la nuit deja bien visible la huella de su filme sobre la de Garrel y evidencia la necesidad de un diálogo artístico entre generaciones, algo de lo que Garrel siempre supo participar, no olvidemos también la colaboración de la también directora, actriz y guionista Noémie Lvovsky en otra película de Garrel, Le coeur fantôme; o la elaboración de Les ministères de l’art, película sobre su generación de cineastas (Doillon, Eustache, Akerman, Carax, etc.). Le vent de la nuit conecta, también, con la ya penúltima película de Garrel, Les Amants réguliers, las dos terminan con un suicidio, el del protagonista, después de que en la época de Elle a passé tant d’heures sous les sunlights hubiese colocado frente a una ventana a un alter ego suyo interpretado por él mismo y hubiese decidido permanecer en el mundo y no tirarse (el niño como punto de anclaje al mundo). Ésta repetición de motivos establece un fuerte acercamiento al ritual en el cine de los últimos años de Garrel, ya Le coeur fantôme tenía lugar como una suerte de mimesis de su anterior película, La naissance de l’amour. Esto pone en evidencia la manera de trabajar de Garrel, cada vez más cercano al oficio del pintor, que trabaja con esbozos, una y otra vez, repitiéndose, para encontrar definitivamente en alguna ocasión algo de verdadero.
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