
COCHOCHI es la ópera prima codirigida entre el mexicano Israel Cárdenas y la dominicana Laura Amelia Guzmán y está rodada prácticamente de manera íntegra en la lengua indígena rarámuri. El punto de partida es puramente kiarostámico. Dos niños tienen que atravesar el pueblo con su caballo en busca de unas medicinas para un pariente. A los diez minutos, se intuye un cambio, el film cae del lado del exotismo con los chicos a caballo por un bello paisaje a la vez que la música los acompaña. Pero se recupera y varía hacia un territorio propio de un Gerry o un Tropical Malady con los niños fundidos en medio de la naturaleza, caminando sin rumbo en busca del caballo perdido. Después se pierden también el uno al otro y entre los espacios que éstos recorren, reconstruimos la geografía y rituales de la alta sierra mexicana. A pesar de que estéticamente cuenta con una cámara móvil en todo momento, todo en la película nos lleva hacia el cine de Abbas Kiarostami, y sobre todo a su película popular por excelencia: ¿Dónde está la casa de mi amigo? Las dos cuentan con una música de apoyo con orígenes culturales propios pero con mucha velocidad y que da un ritmo muy especial a las escenas en las que suena; la diferencia, aquí es diegética, allí era externa. En común tienen también la utilización (en una sola ocasión en Cochochi pero junto a la música como en Kiarostami) de un tipo de plano muy lejano en el que el niño atraviesa el cuadro, cambiando en la película mexicana los caminos en zigzag propios de Irán por la geografía de la sierra mexicana. Después está la revelación, elemento fundamental de la Historia del Cine de gran importancia para el cineasta iraní, el cual lo asocia a la fábula. En Cochochi, lo mismo, el caballo aparece, sabe volver. Y todo para terminar con un profesor que pasa lista a la clase. Kiarostami, Kiarostami.
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(*) La Voz de Asturias, jueves 29 de noviembre de 2007
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